Sunday, April 22, 2012

Una invitación sugerente

Jesús vivió constantemente en movimiento. Lo vemos cómo entra en una y otra casa. Va a las sinagogas a enseñar. Se adentra en el desierto. Peregrina incansablemente de una ciudad a otra por toda la región. Camina por las orillas. Navega en el mar. Cruza de una ribera a otra. Recorre las calles de los pueblos. Atraviesa campos de trigo y huertos. Sube a montes. Se retira a lugares solitarios a orar y descansar. En fin, parte, va, llega, entra y sale de muchos lugares. Más adelante me gustaría escribir sobre su actividad intensa y la nuestra.

Era un peregrino, un caminante. Caminó anunciando la Buena Nueva, caminó con la Cruz a cuestas, y, por último, va de Jerusalén a Cafarnaúm, dando recado a sus Apóstoles para que vayan ellos también allá a encontrarse con Él.

Invitaba a los demás a este estilo de vida activo y dinámico. A unos decía simplemente «sígueme». A otros invitaba a dejarlo todo o negarse a sí mismo y seguirlo. Curiosamente, cuando dos jóvenes le preguntaron «Maestro, ¿dónde vives?», Él no contestó algo así como: “vivo en tal lugar”. Contestó escuetamente «vengan y lo verán» (Jn 1,39).

Este «vengan» es una invitación y hasta parece una provocación. Es una invitación a caminar junto con Él un rato hacia un lugar indeterminado. No señala en la dirección de un camino solitario pues los invita a caminar en su compañía. En sus palabras está implícita su presencia a lo largo del trayecto: “vengan conmigo y lo verán”. Su respuesta enfatiza el camino y el caminar, el acto de ir a su lado hacia un lugar que Él iría señalando en cada momento de la ruta.

Sin decirlo ya los está invitando al encuentro y al diálogo, para conocerlo más durante el camino. Los invita a ir construyendo una relación personal de amistad, con Él y también entre ellos dos en torno a Él.

La invitación de Jesús es respetuosa de la libertad de los dos jóvenes, pero no le falta firmeza. No es impositiva pero tampoco le falta claridad. Incluso podría verse como entretenida, como invitándolos a una aventura, a la aventura de conocerlo. No desvela el misterio en un solo instante, insinúa y despierta el interés.

De alguna manera el Señor invita a esos dos jóvenes a asumir el riesgo de confiar en Él y dejarse conducir por Él a lo largo del camino. Pero, si bien no menciona el punto de llegada, no les pide asumir un riesgo en la más absoluta incertidumbre. En su respuesta, «y lo verán», también está implícita la promesa de que si recorren el camino junto a Él llegarán al lugar deseado, verán y encontrarán lo que estaban buscando.

Ciertamente esta invitación es sugerente, sobre todo porque la persona que invita es fascinante. Es sugerente también porque es la invitación que nos hace a todos nosotros.

Por ello, si ponemos estos elementos juntos pienso, que si se trata de seguir un camino en la vida y recorrerlo día a día, el camino más interesante y seguro es:

- Aquel que el que el Señor Jesús invite a recorrer
- En donde está asegurada su compañía todo momento
- En el que Él nos reúne junto a otros peregrinos de la misma ruta
- En el que nos vamos encontrando más con Él a cada paso
- En el que también nos vamos encontrando más entre nosotros en torno a Él
- En el que Él nos asegura el buen final de la aventura
- Y, lo más valioso, en el que Él define la ruta a seguir: «yo soy el Camino»… la ruta más fascinante que puede existir.

2 comments:

  1. Gracias por hacerlo simple de entender y a la vez tan hondo!

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  2. Juan Pablo (Caracas)April 26, 2012

    Me dio mucho entusiasmo saber como llama Jesús a sus jovenes amigos.
    Siga adalente!!

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